23 de febrero de 2012

Género y dependencia emocional

"Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en una ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. (...)
Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un sólo lado"
Rayuela (cap.93) - Julio Cortázar-


Ilustración de Clara Hernández Korai

Algo que llevo observando desde hace tiempo, tanto en las relaciones de pareja "normales" como en aquellas afectadas de maltrato es cómo los mandatos de género determinan la manera en la que se vive y se mantiene la relación, y no sólo entre las parejas heterosexuales, sino también en las homosexuales. Esto no es ninguna novedad y está ampliamente estudiado; sin embargo, me gustaría hablar de uno de esos mandatos de género en particular. 

El género es la construcción social de nuestro sexo, es decir, la manera en la que se nos educa por ser biológicamente mujeres o biológicamente varones. 

Uno de esos "estereotipos de feminidad" al que yo atribuyo especial relevancia a la hora de buscar y permanecer en pareja es el hecho de que la mujer está relacionada con el mundo emocional; es decir, el hombre ha controlado el mundo de las finanzas, el trabajo, lo racional, mientras que a la mujer se la ha asociado con las relaciones interpersonales, con el afecto, con los cuidados, con el apego y no sólo con la creación de estos vínculos sino con la responsabilidad de su mantenimiento. 

De esta manera se observa como muchas mujeres se sienten responsables de su relación fracase o la mantienen a pesar de que ya no es una relación que le aporte nada (o tenga consecuencias negativas importantes, como es el caso del maltrato). Racionalmente reconocen que no desean estar con esa persona, pero emocionalmente no pueden permitirse perderla puesto que esto supondría un fracaso, una mella significativa para su autoestima. 

"Es innegable la importancia crucial, vertebral, que adquieren las relaciones humanas, los vínculos de gran intimidad y permanencia en el tiempo, en la organización de la identidad femenina. Por ello se sienten fracasadas ante las rupturas amorosas o las pérdidas" (Dio Bleichmar, 1991)

Así, lo emocional queda sobredimensionado para las mujeres, también en que el éxito depende del establecimiento de una relación de pareja. Tradicionalmente una mujer sola ha sido una solterona, se siente mal, incluso llega a sentirse no querida, vacía. Por contra, un hombre soltero es un vividor, un conquistador. Estas caricaturas anquilosadas que nos parecen anticuadas aún siguen presentes con fuerza. De hecho, me atrevería a afirmar que últimamente se ha llegado a copiar el modelo masculino, es decir, tradicionalmente un hombre era exitoso cuantas más "amantes" tuviese, cuanto más conquistaba. Este modelo se puede observar en las féminas de generaciones venideras: cuanto más se conquista, más feliz se es, más guapa, más autoestima, más truinfo. A las personas se le enseña a valorarse por el "otro" externo, cuando se está soltero uno no se siente "completo", y la sociedad lo recuerda de diversas formas: "pero sal a ligar hombre", "mira qué guapo es ese chico, ¿no te subiría el ánimo?".  

El discurso familiar y social se encarga de orientar a la mujer a que busque en ese otro externo la valoración y la identidad que precisa: el otro, los otros, el sostén y cuidado de otros, pasan a ser su prioridad como objetos que le confieren identidad y valor, como forma de apuntalar su autoestima. 

Sin duda, esto es en gran parte el germen de los fenómenos de dependencia y codependencia (mantener una relación como "cuidadora" de la otra parte de la pareja). 

Así, muchas veces, romper una relación para una mujer es tremendamente complicado, sobre todo es paradójico en una situación de maltrato: si permanece en ella su autoestima va menguando, pero si la abandona también lo siente como un fracaso personal. 

También por este motivo hay gente (tanto hombres como mujeres) que "necesita" encadenar relaciones y no sabe permanecer soltero/a puesto que se siente vacío. Es muy importante recordar que los mensajes que provienen del exterior, de la sociedad, son los mensajes que incorporamos e interiorizamos, incluidos los mitos del amor romántico: "la media naranja", "el amor para siempre", "no hay nada que no cure el amor", "si nos amamos lo superaremos". 

En muchas ocasiones el trabajo del psicólogo es identificar estos patrones distorsionados e intervenir sobre ellos puesto que las personas pueden ser perfectamente felices solteras, nadie "necesita" una media naranja, el amor no puede "curar" a nadie de sus problemas personales, se puede querer a una persona y no ser feliz con ella y las cosas que ocurren en una pareja siempre están implicadas ambas partes y no nunca de una sola, no hay "culpables", sino gente responsable de las decisiones que toma.
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Bibliografía: 
Romero, I (2004). Desvelar la violencia: una intervención para la prevención y el cambio. Dirección General de la Mujer. Comunidad de Madrid. Papeles del psicólogo, mayo, núm 88.
Corsi, J. (2003) Maltrato y abuso en el ámbito doméstico. Buenos Aires. Paidós. 
Hirigoyen, M. F (1999) El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Buenos Aires. Paidós.
Galligo Estévez, F (2009) SOS... Mi chico me pega pero yo le quiero. Madrid. Pirámide


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