27 de noviembre de 2011

¿Soy dependiente emocional?

"Sin ti no soy nada, una gota de lluvia mojando mi cara."
-Amaral-

Foto de: Clara Hernández Korai

En el día a día la gente habla coloquialmente sobre la dependencia emocional, y se suele oír muy a menudo cómo se clasifica a alguien de "dependiente". Pero... ¿cuáles son las características de una persona dependiente emocional?

La dependencia emocional se ve a todas horas en la práctica clínica; tanto es así que últimamente se está barajando incluirla como trastorno de la personalidad en la próxima edición del DSM (el manual diagnóstico de los trastornos mentales). Esta dependencia se define como "la necesidad extrema de carácter afectivo que una persona siente hacia su pareja a lo largo de sus diferentes relaciones". 

Una persona dependiente tenderá a comportarse de la siguiente forma:

Siente una necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constante hacia él. O lo que es lo mismo: invierte un tiempo excesivo en encontrarse con la pareja, no quiere estar solo, no se siente bien estando solo, y focaliza todo su tiempo y esfuerzo en encontrarse con esa persona.

Por otro lado, quiere que su pareja le sea exclusiva y ser exclusiva para ella, desechando o dejando de lado incluso sin darse cuenta otro tipo de relaciones tales como amistad, familia, etc. Es decir, se prioriza a la pareja sobre cualquier otra cosa descuidando otras áreas. Esto puede ser especialmente grave si percibe que la pareja está en peligro, ya que existe un miedo terrible a la ruptura, de tal modo que la persona puede llegar a hacer "de todo" para no perderla, llegando a basar toda su autoestima y sensaciones de bienestar en la existencia o no de la relación, generando sensaciones de angustia abrumadoras cuando el final de la relación se ve cercano.

Además también suele haber un proceso de idealización previo; se le atribuyen a la pareja cualidades fantásticas y se le justifican casi todo tipo de comportamientos, incluso cuando tienen consecuencias negativas para la persona que los sufre. Tanto es así que la persona puede llegar a adoptar el sistema de creencias de la pareja, por ejemplo, puntos de vista y creencias que no le son propios para justificar comportamientos o para tolerarlos. Es decir, que en última instancia, la persona queda subordinada a su pareja, y se comporta de manera sumisa, es decir, sus comportamientos se basan en agradar y no "lastimar" a su relación, anteponiendo las necesidades de ésta antes que las suyas propias. 

Normalmente suelen ser personas con una historia previa de relaciones de parejas desequilibradas y suelen fijarse en personas que son especialmente narcisistas y fácilmente idealizables. Por lo general acostumbran a encadenar una relación con otra o a no superar una relación anterior hasta que no se embarcan en la siguiente. 

Las fases por las que suelen pasar este tipo de parejas son: 1) Euforia, 2) Subordinación, 3) Deterioro, 4) Ruptura, 5) Relación de transición, 6) Re-comienzo.

La persona puede pasarlo muy mal, sobre todo durante los períodos en los que "pierde" a la pareja, o donde es consciente de que está anteponiendo todo por ella; es muy frecuente que tengan sentimientos de impotencia, se sientan culpables y no tengan muy buena auto-imagen de ellos mismos. Sin embargo, cuando la relación está bien suelen sentirse excepcionalmente felices. 

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