27 de noviembre de 2011

Maltrato, la palabra de oro

Artículo publicado en la revista Mírales, número de noviembre.

¿Yo sufro maltrato?

Si a veces te has planteado que estás en un relación donde te sientes humillada, donde sin saber cómo acabas plegándote a las órdenes de tu pareja, si has ido abandonando tu autonomía y has limitado tus amigos y/o tus actividades... si te sientes así pero no sabes si a esto se le puede llamar maltrato porque la palabra “maltrato” suena muy mal, suena a algo muy serio, y tú “no lo ves tan grave” y tienes dudas del tipo: “¿pero realmente es para tanto?”, “a lo mejor soy yo la que lo exagera”, “bueno... pero se comporta así porque es su forma de ser”, “bueno quizá todo es culpa mía...”. Si te has llegado a plantear todas estas cosas es posible que estés sufriendo maltrato.

No hace falta que haya una paliza, ni un bofetón tan siquiera, no todo el maltrato es físico. De hecho, la violencia psicológica es tan grave como la física, a pesar de que sea menos “visible” tanto desde los espectadores ajenos, como desde la propia víctima que le cuesta mucho más reconocerlo. “El abuso no tiene que ser físico para causar un impacto. Ser constantemente criticado, verbalmente abusado o humillado puede dejar a alguien con la misma fuerza y variedad de emociones que si hubiera sido hospitalizado por las acciones de su pareja. Muchos supervivientes del maltrato de pareja dirán que el abuso psicológico fue más dañino y que les llevó más tiempo recuperarse de él.” (Frank Walsh, 1996)

¿Pero ocurre en parejas homosexuales?

Lo primero que hay que afirmar es que la propia dinámica del maltrato es la misma tanto en parejas heterosexuales como homosexuales, ya que está basada en el control y no se trata únicamente de un contexto de pelea mutua: no se puede asumir que dos personas tienen el mismo poder en la relación tan sólo porque tengan el mismo género. Al final se trata del el poder que ejerce una parte sobre otra para poder obtener su control, tanto físico, como psicológico y sexual (Pam Eliot, 1996).

En parejas heterosexuales se ha denominado violencia de género y en parejas homosexuales recibe el nombre de violencia intragénero. Y sí, existe, aunque no salga tanto en el telediario.

¿Por qué no lo abandono?

A lo mejor te suena: “pero me ha dicho que lo siente”,“es que yo le quiero”, “es que cómo lo deje se vuelve loc@...”, “¿y qué voy a hacer yo si dejo esto?”, “¿dónde voy?”.

Las razones para que los gays y las lesbianas mantengan la relación abusiva son las mismas razones que se han estudiado ya extensamente en el maltrato de género: la creencia de que el maltratador cambiará, que quieren a su agresor, el miedo a las represalias, el miedo a no encontrar ayuda, falta de recursos, etc.

Pero, en este caso tiene unos añadidos que lo hacen aún más difícil: si la persona no ha “salido del armario”, si sufre homofobia en su entorno, etc. Y sobre todo la falta de servicios por parte de la comunidad: no hay una ley adecuada, ni terapias especializadas, ni refugios para víctimas.

¿Qué hago?

Si te sientes identificada con esta situación busca ayuda, acude a un profesional y averigua qué es lo que te ocurre, no hay que sentir vergüenza porque te haya pasado a ti, esta situación se da mucho más frecuentemente de lo que crees. Y si lo que te sucede es lo contrario: a veces pierdes el control con tu pareja y le haces daño, mi consejo es el mismo. Hay situaciones que creemos insuperables, pero no lo son, tan sólo se necesita una ayuda adecuada.  

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